Por Edgardo López Huerta, socio MISHTECH Creative Business Agency
Ig: edgardolh | edgardo@mishtech.com
Como dice la canción "en el mar la vida es más sabrosa y en el mar te quiero mucho más", pero la pregunta es: ¿hasta dónde es esto una realidad o hasta dónde es la imagen proyectiva de un deseo, la evocación de momentos y sensaciones, el grito de desconexión de una rutina, la envidia de ver fotos en Instagram de otros disfrutando? Viajar es una experiencia multifacética que puede enriquecer nuestras vidas de innumerables maneras y abrirnos a nuevas posibilidades y perspectivas. Hoy, viajar es una tendencia en crecimiento enmarcada por el deseo desbordado de no dejar que la monotonía de la vida nos alcance.
En gran medida, el marketing es responsable de sacar a la luz los destinos, experiencias, cosas por hacer y descubrir, de sacar a flote el potencial de un determinado lugar para generar la emoción de estar ahí.
La industria del turismo y los viajes es una de las industrias más desafiadas del mundo, esto, por los propios cambios del consumidor, por la situación política, cultural y natural de los propios destinos, regulaciones y, claro, una fuerte presión por la incorporación de la tecnología. Me gusta ponerlo en comparación con el mercado del agro en el retail, donde si no se vende al día, simplemente caduca, no se puede tener almacenado o en inventario. Si a las 12 de la madrugada las 100 habitaciones de un hotel no fueron ocupadas, si los plazas de un vuelo se quedaron vacías, o si la excursión solo tuvo la mitad de los intrépidos turistas, esos espacios representan pérdidas. De ahí que la labor del marketing sea asegurarse de alterar siempre las posibilidades de viajar. Es ahí donde se necesitan grandes dosis de sensibilidad de mercado, estrategia y mucha creatividad.
La transformación que se ha vivido es algo así como "supercalifragilisticexpialidocious", tan sencillo porque 2 generaciones atrás priorizaban hacerse de un patrimonio, generar herencias y construir largas carreras corporativas; hoy, las nuevas generaciones priorizan vivir, recorrer el mundo, sumar experiencias, ver cosas que nunca nadie ha visto. Si a esto sumamos que la gente mayor no se siente como tal, que son más sanos y energéticos para viajar, sí, gente de canas, pero con dinero acumulado que apuestan y piden lujo que pueden pagar. Bueno, pues imaginen todos estos cambios y que de repente les ponemos un freno y se topan con el lockdown de COVID-19, lo que pasó entonces es que todo se volvió una olla express que chillaba a gran presión. Así que sin más, apenas la gente pudo salir, lo hizo pero con todos los intereses acumulados, esto dinamizó, segmentó y sobre todo especializó la industria. Teníamos exponenciado el turismo gastronómico, deportivo, del bienestar, empresarial, cultural, de experiencias. Y claro, el ecosistema se amplió, en oferta por tipos de hoteles, plataformas de viajes, renta de casas temporales, líneas aéreas, servicios de tours, restaurantes, cruceros, renta de vehículos y la lista puede seguir.
Ya no era suficiente viajar para relajarse y estar tirado en un camastro, ahora había que colonizar, arriesgarse, sentir la experiencia y adrenalina a toda costa. OceanGate Expeditions prometía inmersiones para visitar el Titanic pagando 250 mil dólares por un lugar en una cápsula de 6 metros, sin asientos, sin baño. Virgin Galactic de Richard Branson y SpaceX de Elon Musk te invitan a vuelos turísticos al espacio exterior por 25 millones de dólares. O por qué no caminar por días en la Patagonia, bucear en la Gran Barrera de Coral en Australia, viajar en globo sobre Capadocia en Turquía. Viajes de aventura, de experiencia, donde se trata de hospedarse en estancias originales, fuera de la zona de confort y que impliquen supervivencia que van desde safaris, casas en árboles, iglús. Claro, no falta quien quiere hacerlo desde la paradoja de lo absurdo, llegar a estos lugares rústicos como Tulum por ejemplo, para estar en contacto con la naturaleza, pero dando un mal review por no tener un televisor o aire acondicionado.
Bueno, pues todo esto son conceptos, y crear conceptos es la labor del marketing. Conceptos que crean una imagen atractiva y convincente del destino.
Cada junio, mercadólogos, creativos y publicistas de todo el mundo se reúnen al sur de Francia para el Festival Internacional de Creatividad, Cannes Lions, los premios creativos más codiciados de la industria. Y es de notar cómo muchas de las campañas ganadoras son del sector turismo y viajes, por ejemplo, la campaña "Visit Sweden” (El número sueco), que proponía a Suecia como el primer país en tener su propio número de teléfono nacional, al que cualquier persona en el mundo podía llamar para hablar con un sueco al azar. Los suecos que participaron en la campaña se ofrecieron como voluntarios para responder llamadas de personas de todo el mundo, brindándoles la oportunidad de hablar sobre la vida en Suecia, compartir consejos de viaje y responder preguntas. Otro caso interesante es Van Gogh BNB, el Instituto de Arte de Chicago para promocionar su exposición temporal de Van Gogh tomó su pintura más íntima, "El dormitorio", dándole vida y publicándola en Airbnb, con Vincent como anfitrión, e invitaron al mundo a pasar una noche. Las noches se agotaron en minutos, las visitas al museo y por consecuencia a Chicago crecieron dramáticamente. Y qué decir de British Airways, con su campaña multicanal llamada A British Original, que parte de la pregunta común que se hace a los viajeros cuando aterrizan en un nuevo destino: "¿Propósito de su visita?" con dos opciones acartonadas de respuesta: negocios o placer. La campaña ofreció una serie de respuestas de mayor empatía a los turistas, ya sea "porque este clima apesta", “para comer algo impronunciable" o "la reanimación matrimonial”. Y su nueva campaña que captura la maravilla en las caras de los clientes cuando miran por la ventana de un avión, parece que lo volverá a lograr.
Y quizá digas: yo nunca he visto un anuncio de un destino, bueno pues déjame decirte que no solo lo has visto sino que ha sido por dos horas, recientemente Lindsay Lohan y su nueva película: "Irish Wish", que puedes ver en Netflix, nos proyecta un anuncio provocador para visitar Irlanda, o Sydney Sweeney en su película: "Anyone but You", nos deja con ganas de visitar Sidney, Australia. Qué decir del aumento del número de viajes a París tras ver "Amelie", o "El Gran Hotel Budapest", o "Bajo el cielo de la Toscana", o el viaje guiado de Julia Roberts en "Comer, rezar y amar”.
Muchas industrias aprenden del marketing del turismo, es vanguardista en servicio, hospitalidad, sostenibilidad, experiencias personalizadas y, claro, tecnología, donde por cierto hoy es una industria dependiente de internet con una de las mayores participaciones en comercio electrónico.
Como dice la canción "en el mar la vida es más sabrosa y en el mar te quiero mucho más", pero la pregunta es: ¿hasta dónde es esto una realidad o hasta dónde es la imagen proyectiva de un deseo, la evocación de momentos y sensaciones, el grito de desconexión de una rutina, la envidia de ver fotos en Instagram de otros disfrutando? Viajar es una experiencia multifacética que puede enriquecer nuestras vidas de innumerables maneras y abrirnos a nuevas posibilidades y perspectivas. Hoy, viajar es una tendencia en crecimiento enmarcada por el deseo desbordado de no dejar que la monotonía de la vida nos alcance.
En gran medida, el marketing es responsable de sacar a la luz los destinos, experiencias, cosas por hacer y descubrir, de sacar a flote el potencial de un determinado lugar para generar la emoción de estar ahí.
La industria del turismo y los viajes es una de las industrias más desafiadas del mundo, esto, por los propios cambios del consumidor, por la situación política, cultural y natural de los propios destinos, regulaciones y, claro, una fuerte presión por la incorporación de la tecnología. Me gusta ponerlo en comparación con el mercado del agro en el retail, donde si no se vende al día, simplemente caduca, no se puede tener almacenado o en inventario. Si a las 12 de la madrugada las 100 habitaciones de un hotel no fueron ocupadas, si los plazas de un vuelo se quedaron vacías, o si la excursión solo tuvo la mitad de los intrépidos turistas, esos espacios representan pérdidas. De ahí que la labor del marketing sea asegurarse de alterar siempre las posibilidades de viajar. Es ahí donde se necesitan grandes dosis de sensibilidad de mercado, estrategia y mucha creatividad.
La transformación que se ha vivido es algo así como "supercalifragilisticexpialidocious", tan sencillo porque 2 generaciones atrás priorizaban hacerse de un patrimonio, generar herencias y construir largas carreras corporativas; hoy, las nuevas generaciones priorizan vivir, recorrer el mundo, sumar experiencias, ver cosas que nunca nadie ha visto. Si a esto sumamos que la gente mayor no se siente como tal, que son más sanos y energéticos para viajar, sí, gente de canas, pero con dinero acumulado que apuestan y piden lujo que pueden pagar. Bueno, pues imaginen todos estos cambios y que de repente les ponemos un freno y se topan con el lockdown de COVID-19, lo que pasó entonces es que todo se volvió una olla express que chillaba a gran presión. Así que sin más, apenas la gente pudo salir, lo hizo pero con todos los intereses acumulados, esto dinamizó, segmentó y sobre todo especializó la industria. Teníamos exponenciado el turismo gastronómico, deportivo, del bienestar, empresarial, cultural, de experiencias. Y claro, el ecosistema se amplió, en oferta por tipos de hoteles, plataformas de viajes, renta de casas temporales, líneas aéreas, servicios de tours, restaurantes, cruceros, renta de vehículos y la lista puede seguir.
Ya no era suficiente viajar para relajarse y estar tirado en un camastro, ahora había que colonizar, arriesgarse, sentir la experiencia y adrenalina a toda costa. OceanGate Expeditions prometía inmersiones para visitar el Titanic pagando 250 mil dólares por un lugar en una cápsula de 6 metros, sin asientos, sin baño. Virgin Galactic de Richard Branson y SpaceX de Elon Musk te invitan a vuelos turísticos al espacio exterior por 25 millones de dólares. O por qué no caminar por días en la Patagonia, bucear en la Gran Barrera de Coral en Australia, viajar en globo sobre Capadocia en Turquía. Viajes de aventura, de experiencia, donde se trata de hospedarse en estancias originales, fuera de la zona de confort y que impliquen supervivencia que van desde safaris, casas en árboles, iglús. Claro, no falta quien quiere hacerlo desde la paradoja de lo absurdo, llegar a estos lugares rústicos como Tulum por ejemplo, para estar en contacto con la naturaleza, pero dando un mal review por no tener un televisor o aire acondicionado.
Bueno, pues todo esto son conceptos, y crear conceptos es la labor del marketing. Conceptos que crean una imagen atractiva y convincente del destino.
Cada junio, mercadólogos, creativos y publicistas de todo el mundo se reúnen al sur de Francia para el Festival Internacional de Creatividad, Cannes Lions, los premios creativos más codiciados de la industria. Y es de notar cómo muchas de las campañas ganadoras son del sector turismo y viajes, por ejemplo, la campaña "Visit Sweden” (El número sueco), que proponía a Suecia como el primer país en tener su propio número de teléfono nacional, al que cualquier persona en el mundo podía llamar para hablar con un sueco al azar. Los suecos que participaron en la campaña se ofrecieron como voluntarios para responder llamadas de personas de todo el mundo, brindándoles la oportunidad de hablar sobre la vida en Suecia, compartir consejos de viaje y responder preguntas. Otro caso interesante es Van Gogh BNB, el Instituto de Arte de Chicago para promocionar su exposición temporal de Van Gogh tomó su pintura más íntima, "El dormitorio", dándole vida y publicándola en Airbnb, con Vincent como anfitrión, e invitaron al mundo a pasar una noche. Las noches se agotaron en minutos, las visitas al museo y por consecuencia a Chicago crecieron dramáticamente. Y qué decir de British Airways, con su campaña multicanal llamada A British Original, que parte de la pregunta común que se hace a los viajeros cuando aterrizan en un nuevo destino: "¿Propósito de su visita?" con dos opciones acartonadas de respuesta: negocios o placer. La campaña ofreció una serie de respuestas de mayor empatía a los turistas, ya sea "porque este clima apesta", “para comer algo impronunciable" o "la reanimación matrimonial”. Y su nueva campaña que captura la maravilla en las caras de los clientes cuando miran por la ventana de un avión, parece que lo volverá a lograr.
Y quizá digas: yo nunca he visto un anuncio de un destino, bueno pues déjame decirte que no solo lo has visto sino que ha sido por dos horas, recientemente Lindsay Lohan y su nueva película: "Irish Wish", que puedes ver en Netflix, nos proyecta un anuncio provocador para visitar Irlanda, o Sydney Sweeney en su película: "Anyone but You", nos deja con ganas de visitar Sidney, Australia. Qué decir del aumento del número de viajes a París tras ver "Amelie", o "El Gran Hotel Budapest", o "Bajo el cielo de la Toscana", o el viaje guiado de Julia Roberts en "Comer, rezar y amar”.
Muchas industrias aprenden del marketing del turismo, es vanguardista en servicio, hospitalidad, sostenibilidad, experiencias personalizadas y, claro, tecnología, donde por cierto hoy es una industria dependiente de internet con una de las mayores participaciones en comercio electrónico.
A bordo del MSC Divina, les deseo "Bon Voyage".