Por Edgardo López Huerta, socio MISHTECH Creative Business Agency

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 El pasado 5 de enero, se celebró la 82ª edición de los Golden Globes, donde se entregaron 27 estatuillas: 15 para cine y 12 para televisión, premiando lo mejor de la industria del entretenimiento en 2024.

Los Golden Globes no han sido ajenos a la polémica a lo largo de los años. Desde 1958, cuando el presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera renunció, alegando que las estatuillas se otorgaban como favores y no por méritos genuinos. Diez años después, la NBC dejó de transmitir los Golden Globes después de que la Comisión Federal de Comunicaciones de EE. UU. descubriera que se engañaba al público con la elección de los ganadores. A pesar de que había un ganador elegido por los votantes, la organización elegía a otro.

Desde entonces, la marca Golden Globes ha tenido que trabajar arduamente en su posicionamiento, tratando de recuperar la confianza tanto de la audiencia como de la industria.

Este año, mientras disfrutaba de mi botana de domingo y cambiaba de canal para ver el partido de la NFL entre los Leones de Detroit y los Vikingos de Minnesota, entre discursos como el de Demi Moore al recibir el premio a mejor actriz por La sustancia, el éxito de Wicked en taquilla y fuera de ella, y la polémica de Emilia Pérez que muestra a México desde la mirada de un director francés, hubo algo que captó mi atención en términos de marketing. En medio de tanta cosa, dos sujetos pasaron por la alfombra roja con maletines metálicos que ostentaban el logotipo de KPMG, la firma de servicios profesionales que ofrece auditoría, asesoría legal y fiscal, y consultoría financiera en 156 países. KPMG es una de las “Big 4” de servicios profesionales, junto a PwC, Deloitte y Ernst & Young.

Lo interesante de esta estrategia es cómo algo tan simple, aparentemente, beneficia a las dos marcas. Los Golden Globes ganan credibilidad al asociarse con KPMG (los votos están auditados y seguros), mientras que KPMG se convierte en el tabulador oficial de la información y se presenta como “el socio de confianza detrás del sobre”, según su propia página web, acompañado de una promesa clara: ayudar a los clientes a navegar el panorama de evolución constante, mejorar ingresos y capitalizar oportunidades.

Hablar de marketing en el sector de consultoras y servicios financieros es todo un tema. Aquí se suele recurrir a fórmulas tradicionales: publicar casos de estudio, desarrollar whitepapers, organizar webinars y eventos, y producir artículos y blogs. Pero como siempre digo, la diferenciación es clave. Como dice Seth Godin en su libro La vaca púrpura: “Lo aburrido conduce al fracaso”. Así que, personalmente, me parece sobresaliente que una consultora con olor a auditores y contadores se vista de gala y juegue un papel protagónico en los Golden Globes.

Pero, más allá de la innovación, la estrategia tiene un componente esencial: CONFIANZA. Y lo pongo en mayúsculas porque este sector está lleno de muchos charlatanes. El “coaching de negocios y financiero” promete éxito, pero está plagado de riesgos y engaños. En tiempos de incertidumbre económica, la educación financiera es clave. Pero a falta de muchas regulaciones, el sueño de hacerse rico rápido, promovido por los "gurús" de TikTok, solo alimenta promesas falsas, confusión y fraudes. Es tan fácil mostrar una vida de lujo en Instagram, donde estos supuestos expertos posan frente a jets privados (rentados por unas horas), autos de lujo y relojes que pagan sus seguidores con el alto ticket de sus cursos. 

Así que, por favor, no caigas. Son estos charlatanes los que dañan la reputación del marketing, que venden ese gato por liebre. El marketing y las consultoras de negocio serias se dedican a proporcionar una perspectiva clara sobre las oportunidades, subrayando las implicaciones para aprovecharlas de manera efectiva.

Un aspecto clave es la presentación de credenciales. Verificar la experiencia y reputación es fundamental. Si algún consultor o coach se siente incómodo con la idea de que pidas referencias a otros clientes, o si se retrasa en dártelas, no es daltonismo es red flag que ondea a toda costa.

Al final, por más innovador que sea, sin confianza, no hay nominación.