Halloween y el Día de Muertos son dos festividades que, sin ahondar en controversias por sus orígenes, se han arraigado en nuestras tradiciones de tal manera que nuestros hábitos de consumos cambian alrededor de la fecha.

Según datos de la Canacope (Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México), el 41% de los habitantes de la CDMX celebra ambas tradiciones, lo que se ha reflejado en un derrama económica de hasta 250 millones de pesos en años pasados.

Esta cantidad se obtiene por el turismo nacional y local, altares, ofrendas, veladoras, calaveras de azúcar, calacas, golosinas, visita a panteones, cempasúchil y otras flores, pan de muerto, papel picado, copal, etc.

Cabe destacar que tanto Halloween como el Día de Muertos se celebran de manera muy distinta incluso a cómo lo vivían nuestros abuelos, ya que la publicidad y la mercadotecnia han tenido un impacto directo en la manera en celebramos actualmente.

Por ejemplo, la tradición de disfrazarse en Halloween comenzó en la Britania Medieval, donde la tradición dictaba a cambio de recitar la noche previa al 1 de noviembre, poesía, bromas o cuentos (a esta acción se le conocía como guising), la gente les regalaba monedas, comida o vino; pero no fue hasta principios del siglo XIX  que los migrantes irlandeses introdujeron esta celebración mayormente enfocada en hacer bromas a quienes no compartían comida o dinero, y se le llamó Trick-or-Treating.

Pero fue hasta la década de los años 50`s que gracias a campañas de mercadotecnia que la tradición se modificó, y se centró en una dinámica enfocada en la familia con los niños como el pilar de la comunicación.

Ahora bien, hablando un poco del contexto mexicano, podemos ver una nueva tendencia de consumo, por ejemplo, el desfile de Día de Muertos que se celebra en el zócalo capitalino nació de la grabación de una película de James Bond, mientras que la película COCO de Disney Pixar fortaleció su sentido de celebración identitaria.

Debido a su alta demanda de consumo, estas celebraciones son una fecha obligatoria dependiendo la estrategia de comunicación, por esa razón es indispensable que conozcas carácter del negocio,  las características del producto y los recursos de los que dispone la compañía para rentabilizarlos al máximo, y que tu comunicación no se convierta en una más del paisaje publicitario.

Nuestro objetivo como publicistas es crear ideas inteligentes que den resultados, y para sumarnos a este tipo de acciones debemos entender a las marcas como una propuesta de intereses, visiones y convicciones, para generar estrategias apegadas al ADN de la marca.

Como Burger King, que utilizando los diferenciadores de su marca, logró una publicidad inteligente que saca ventaja incluso de su competencia.