¿Qué país viene a tu mente cuando hablamos de una sociedad aventurera, creativa, que piensa y actúa sin temor al cambio, abierta a los estímulos del exterior, que se organiza a sí misma y que, en pocas palabras, se la rifa? ¿Estados Unidos, Canadá, alguno de Europa? ¿Japón? No, estamos hablando de lo que ya pasa en México. Sí, en México.
 

Con frecuencia escuchamos que nuestro país está cambiando y que los mexicanos no somos lo mismos desde hace tiempo. Esto no sólo se refiere a cuestiones políticas o económicas, sino al cambio de actitud que experimentamos cada día. Esto influye en nuestros comportamientos y creencias, lo cual tiene un impacto directo en nuestro perfil como consumidores.
 

Esta es la premisa de México rifado, una obra que Gabriela de la Riva y su equipo de De La Riva Group, expertos en investigación de mercado, publicaron en 2017 y que es el resultado de una investigación minuciosa acerca de cómo nos vemos los mexicanos a nosotros mismos y cómo nos ven en otras partes del mundo. El resultado es sorprendente… y no.
 

Los mexicanos desde dentro

Los mexicanos estamos hasta la m… hasta allá. Según los hallazgos de De la Riva, existe un sentimiento de hartazgo generalizado y un despertar en la mentalidad de los consumidores, quienes ahora demandamos marcas emergentes. Esto significa que ya no nos conformamos con las marcas que quieren aplicar las mismas estrategias del siglo pasado y mucho menos con los políticos que nos hablan igual que hace 50 años.
 

Ahora bien, aunque estamos en ese proceso de transformación, por alguna razón seguimos enviando el mismo mensaje al mundo: que México es Cancún y las pirámides, y que “sí se puede”. Por otro lado, según el estudio, nos molesta que nos vean como sombrerudos pero cómo nos encanta ir al estadio, olimpiadas, mundiales y cualquier otro evento deportivo no sólo con el sombrero sino con un bigote negro gigantesco (hombres y mujeres).
 

Si hablamos de comportamientos, los mexicanos nos vemos a nosotros mismos como víctimas (la culpa siempre es de alguien más), somos extremistas (no hay término medio) y 50% de los encuestados consideran que México es un país con un gran complejo de inferioridad. Los investigadores se quedan perplejos ante este último fenómeno ya que desde su punto de vista, lo tenemos todo.
 

Los mexicanos según el exterior

México visto desde afuera es otra historia: narcotráfico, prostitución, descabezados… y de eso hay que agradecerle a Hollywood. Nuestro país tiene mucho que ofrecer, pero desafortunadamente tenemos un vecino que nos menosprecia y tiene la voz más potente del mundo (literalmente). La última vez que México sorprendió fue en la década de los 80s pero esa narrativa no se mantuvo, se perdió, y desde entonces no hemos dicho nada.
 

En palabras de Gaby de la Riva, “hay una historia” que está esperando ser contada de una manera creativa e innovadora. Un ejemplo de que esto es posible es Perú: en Perú crearon una marca país inconfundible, cambiaron el himno nacional y se posicionaron como la mejor gastronomía del planeta. Le apostaron a la evolución y les está redituando sobremanera.
 

El cambio de actitud ya está pasado y es transgeneracional, y por ello necesitamos branding horizontal. Se necesitan marcas que provoquen la complicidad con su audiencia, que construyan una narrativa en el que el consumidor sea partícipe y que conecten de manera orgánica los objetivos de las empresas con las necesidades de los consumidores.
 

En este nuevo escenario, ¿en dónde se encuentran nuestras empresas y marcas? Habrá que vencer el miedo al cambio y sobre todo la desidia de llevarlo a cabo. Es un mito que en México no existe penetración tecnológica, así que eso expande las posibilidades aún más y reduce los pretextos para innovar y para crear. Ya no se trata de que México pueda, se trata de que rife.